Introito
En la Venezuela de 1991
la moral y la ética se habían ido por el alcantarillado, el cáncer de la
corrupción había hecho metástasis en el cuerpo social del país. Altos ex
funcionarios del gobierno estaban sometidos a investigaciones en los tribunales
y la ciudadanía miraba asqueada como la justicia tenía brazos cortos para unos
y demasiado largos para otros. En lo particular recuerdo un caso indignante y
doloroso: un anciano de 72 años, acicateado por el hambre, entró a un
supermercado e intentó hurtar un kilo de harina de maíz precocida y algunas
latas de sardina; al ser descubierto fue entregado a la policía y en un proceso
sumario fue condenado a 3 años de prisión.
El juez que llevó
aquella causa no tuvo en cuenta ningún atenuante; ni la edad del anciano, ni el
hecho de que era la primera vez que cometía un delito, ni las circunstancias
que lo llevaron a intentar el hurto; simplemente se limitó a aplicar el axioma Dura
lex sed lex , muy
oportuno para el que robaba por hambre pero impensable para los ladrones de
cuello blanco.
Afortunadamente, dentro
de la apolillada estructura nacional aún quedaba madera buena y de vez en
cuando los venezolanos teníamos la satisfacción de ver aplicada la justicia.
El 26 de junio de 1991
la jueza Norma Cabrera dictaba auto de detención en contra de Adolfo Ramírez
Torres, ex gobernador del Distrito Federal y ex viceministro de Relaciones
Interiores por estar incurso en tráfico de drogas; en este sonado caso fueron
investigados y procesados dirigentes políticos, algunos empresarios y gente
vinculada a la farándula nacional. Y es que desde hacía por lo menos una década
los carteles internacionales de la droga habían logrado alcanzar con sus
diabólicos tentáculos algunas regiones de nuestro país. Ya para 1981 el
dirigente político Carlos Tablante había denunciado que en el estado Aragua
estaba en pleno funcionamiento uno de estos carteles con total impunidad.
El día de la muerte
La tarde-noche del 18
de junio de 1991, el investigador de la Policía Técnica Judicial (PTJ) Víctor
Amram recibió una llamada telefónica de Manuel Capriles, Secretario General de
Gobierno del estado Aragua para informarle que su cuñada Lorena Márquez de
Capriles había sido hallada muerta en la habitación de servicio de su
residencia.
Víctor Amram, hombre de
frente amplia, nariz aguileña, barba de patriarca semita y ojos inquisitivos se
encontraba por aquellos días organizando la décima región de la PTJ que había
sido creada por orden del director general de ese cuerpo, Sr. Mauro Yánez
Pasarella a petición del Gobernador del estado, Carlos Tablante.
Minutos más tarde Amram
se encontraba en la puerta del edificio Theo, ubicado en la calle Santiago
Mariño de la urbanización Calicanto, subió al primer piso y se dirigió al
apartamento de la pareja Capriles-Márquez. Según la versión dada vía telefónica
por el Secretario General de Gobierno, el cuerpo de Lorena fue hallado a las
seis de la tarde por su esposo, el empresario y editor del diario El Siglo,
Manasés Capriles y una secretaria de éste.
En el apartamento, Víctor
Amram encontró ya trabajando a Gladys Romero jefa de la Delegación Aragua de la
PTJ; lo que vio al entrar en la habitación donde yacía el cadáver no gustó nada
al veterano investigador. La escena presentaba muchos elementos confusos; la
primera irregularidad que notó fue que gente cercana a los hermanos Capriles
había llegado mucho antes que las propias autoridades. Se acercó a ver el
cuerpo que estaba sobre la cama en posición cubito ventral; tenía un herida en
el pecho producida por un revolver calibre .38 con trayectoria descendente. La
chica estaba descalza y vestía una bata y shorts, los técnicos estimaban que el
deceso había ocurrido en horas del mediodía.
Las personas que
andaban libremente por la habitación y las otras estancias del apartamento especulaban
sobre la posibilidad de un atraco, Amram decidió en ese momento colocar un
cerco en torno al cuerpo para evitar que los familiares y amigos siguieran
contaminando la escena. Extrañamente esta decisión fue duramente protestada por
los miembros de la familia Capriles. Ante esto, Víctor Amram decidió llamar a
Caracas para solicitar refuerzo técnico, la idea del detective era tratar de
obtener, dentro de lo que se pudiera, un impecable levantamiento topográfico y
planimétrico y que se efectuaran pruebas de luminol a todo sospechoso y por
todo el lugar para determinar si había rastros de sangre y si alguien había
tratado de borrarlos.
Mientras eso ocurría
arriba, en la planta baja tenía lugar un lamentable suceso; la señora Nancy
Lovera de Galdo, madre de Lorena y a quien habían avisado de la muerte de su
hija unas horas antes, trataba de ingresar al edificio; pero el señor Manuel
Capriles y un nutrido grupo de uniformados armados con metralletas le prohibían
la entrada. Ante la natural insistencia de la señora por ver a su hija, los
hombres le exigieron que se retirara del lugar.
Al rato llegó al sitio
el jefe de la División contra Homicidios, comisario Alexis Bolívar con un grupo
de expertos en criminalística, que se incorporó al trabajo técnico hecho por el
equipo de Gladys Romero. En los alrededores la situación era tensa por la
disputa que escenificaban los Capriles y la familia de Lorena Márquez. Los
primeros alegaban que la chica se había suicidado y los segundos que se trataba
de un homicidio perpetrado por el propio esposo de la víctima. La pelea que
comenzaba esa noche continuaría en los tribunales del país por 6 años más.
La maquinaria de poder
A las 8 de la mañana
del 19 de junio, Víctor Amram recibió la orden expresa y terminante de
retirarse del caso, al preguntar el motivo solo le dijeron que eran órdenes
superiores que no se discutían. Atónito,
Amram decidió viajar a Caracas al siguiente día para enterarse por boca del
propio director encargado Orlando Jordán Petit de las causas que motivaban
aquella extraña decisión.
Jordán Petit, quien por
aquellos días suplía en el cargo a Mauro Yánez Pasarella, le reveló que la
medida se tomó a petición de los Capriles y de la propia familia de la occisa.
Al parecer ni unos ni otros lo querían en la investigación; planteadas así las
cosas Amram se apartó del caso. Quedaban a cargo del mismo el comisario Alexis
Bolívar y la jefa de la Delegación Aragua Gladys Romero. Dos días después,
Gladys Romero y su equipo también fueron apartados de las pesquisas.
Un extraño suicidio
Desde el primer momento
la familia Capriles se decantó por la versión del suicidio; para sustentar la
misma esgrimían una carta que Lorena había escrito días antes de su muerte y
que revelaba que la chica atravesaba por un cuadro depresivo. Por su parte
tanto la madre como el padrastro de la muchacha, el publicista Andrés Galdo
denunciaban que se trataba de un homicidio ejecutado por el esposo de la
víctima; en su caso se dedicaron a revelar una cadena de hechos irregulares
sucedidos en el hogar de los Capriles-Márquez desde hacía algunos meses.
Andrés Galdo, quien
regularmente publicaba en varios periódicos del país una columna llamada
“Laberinto” bajo el seudónimo de Mauro Gamus arrancó una campaña en la misma
con el objetivo de desenmascarar al editor del diario El Siglo, Manasés
Capriles por su presunta vinculación con un brazo del cártel de Medellín que
operaba en el estado Aragua.
Según Galdo, Lorena
quien llevaba poco tiempo de casada con Manasés, había llamado a su madre unos
meses antes para informarle que estaba preocupada pues había descubierto que su
esposo traficaba con drogas. En una ocasión se topó con una maleta repleta de
dinero y al preguntarle al empresario, éste le confesó en tono de alarde que
solo esa semana se había ganado medio millón de dólares. Los días siguientes
Lorena vio bolsas con cocaína y extraños movimientos en el edificio, que a la
sazón pertenecía a la familia Capriles y estaba prácticamente vacío. Su esposo
salía de madrugada y regresaba con maletas. La actitud de su esposo era siempre
misteriosa y en varias oportunidades la muchacha comunicó a su madre que las
conversaciones de Manasés con sus hermanos Tulio y Manuel casi siempre giraban
en torno a movimiento de drogas y operaciones con grandes sumas de dinero.
Para colmo de males, la
chica descubrió que su esposo además consumía y en una ocasión trató de
obligarla a hacerlo ella también; al ver que Lorena amenazaba con dejarlo, el
hombre fingió estar arrepentido y le prometió que más nunca lo haría y que
dejaría el tráfico de cocaína; pero al poco tiempo la escena se repetía, al
final Manasés decidió asumir una actitud desafiante ante su esposa. ¡Si dices
algo te corto la lengua! amenazó.
La relación marital fue
empeorando y las discusiones se hicieron más frecuentes, Lorena llamó a su
madre para decirle que no aguantaba más y ésta le pidió que abandonara a
Manasés. Semanas antes de la muerte, las tres domesticas y el chofer que
trabajaban para Lorena fueron despedidos; esto se hizo según Andrés Galdo
porque Manasés Capriles entendió que su esposa se había convertido en una amenaza
y decidió liquidarla, para lo cual necesitaba deshacerse de posibles testigos.
El merengue de la PTJ:
un pasito para alante, un pasito para atrás.
El 19 de junio de 1991,
el comisario Alexis Bolívar jefe de la División contra Homicidios informó a la
prensa que una comisión especial se había trasladado a la ciudad de Maracay
para detener a Manasés Capriles como único sospechoso en el presumible homicidio
de Lorena Márquez. Según el detective se descartaba la participación de otros
sospechosos, porque el levantamiento de huellas y el estudio científico del
escenario permitían concluir que nadie más había estado en esa habitación en el
momento del supuesto asesinato. Alexis Bolívar concluyó con la siguiente frase:
“Estamos en presencia de un homicidio”.
Ese mismo día la señora
Nancy Lovera, denunció que un cerco policial impedía el acceso de los
familiares a la morgue de Maracay, no se permitió siquiera la entrada de un
médico forense que laboraba allí y que era pariente de la víctima. La madre de
la muchacha acusó además al gobernador Carlos Tablante de proteger al presunto
asesino debido a que él y los Capriles tenían estrechas relaciones fundadas en
intereses políticos y económicos. Según dijo, el grupo familiar de los Capriles
financió la campaña electoral de Tablante y como producto del pacto, Manuel
Capriles fue designado como secretario de gobierno. Unos días después Carlos
Tablante declararía a la prensa que él ponía las manos en el fuego por los
hermanos Capriles.
Todas estas denuncias
fueron luego consignadas ante la Fiscalía General de la República, órgano que
designó a dos fiscales especiales para la investigación.
Al día siguiente,
Alexis Bolívar apareció de nuevo ante la prensa pero esta vez para decir que se
estaba en presencia de un posible suicidio, ante la extrañeza de los
reporteros, el comisario trató de justificarse diciendo que sus palabras del
día anterior habían sido tergiversadas por la prensa.
Lo malo era que lo
dicho por él estaba grabado en audio y video. Y lo malo era que además existían
una serie de elementos que contradecían la versión del suicidio:
Primero, la posición en
la que fue encontrado el cuerpo de la chica y la trayectoria descendente de la
bala hacían totalmente inviable la versión del suicidio. Si Lorena se hubiera
disparado a si misma, la bala debía seguir una trayectoria ascendente.
Segundo, la ropa que
tenía puesta la muchacha estaba muy limpia. Y a pesar de que el cuerpo de
Lorena presentaba orificio de entrada en el pecho y de salida en la espalda, la
bata que tenía puesta estaba intacta; no tenía ninguna perforación.
Tercero, se detectó que
la marca de pólvora en el cuerpo estaba sin percutar y fue colocada
artificiosamente
Cuarto, la experticia
hecha a Manasés Capriles demostró que había accionado un arma, y la misma
prueba practicada al cadáver dejo ver que Lorena no había efectuado ningún
disparo.
Quinto, las plantas de
los pies de Lorena Márquez presentaban una película aceitosa de asfalto, misma
que al ser analizada resultó ser la misma del estacionamiento. Esto hacía
sospechar que la muerte había ocurrido en el estacionamiento y no en la
habitación
Sexto, los bomberos que
acudieron inicialmente se percataron de que el revolver con el que
supuestamente se había suicidado la muchacha estaba metido en una funda y esta
no presentaba ningún orificio. ¿Cómo podía Lorena devolver el revolver a la
funda luego de efectuarse un disparo al corazón?
Séptimo, en pruebas con
luminol efectuadas posteriormente por un equipo de la Guardia Nacional se
detectó que habían manchas de sangre fuera del apartamento y en el baño, esto
reforzaba la tesis de que la chica fue asesinada afuera y trasladada luego al
cuarto de servicio.
El 21 de junio de 1991
El Buró Antidrogas de la PTJ inició una investigación con relación a un
presunto cártel de Maracay, debido a las múltiples denuncias realizadas por la
familia de Lorena. Cuatro días después el director de la PTJ confirmaba la
tesis del suicidio, ese mismo día Manasés es entregado a las órdenes del
tribunal IV de Aragua, a cargo del juez José Manuel Sué Machado, quien declaró
no entender por qué se le remitía un detenido por caso de suicidio y en base al
expediente que concluía categóricamente que Lorena se suicidó decidió ponerlo
en libertad; pero prohibiéndole la salida del país.
El 27 de junio, Andrés
Galdo, padrastro de la victima solicitó que el juicio se radicara en otro
estado, argumentado que en Aragua no existían las condiciones de imparcialidad;
en la misma jornada el Congreso de la República creó una comisión especial para
que realizara investigaciones en torno al caso. 4 meses después, el informe final
de aquella comisión concluía que Lorena Márquez había sido asesinada.
El 16 de julio de 1991
la Corte Suprema de Justicia decidió radicar el caso de Lorena Márquez en el
juzgado IV penal del Estado Lara, a cargo de la Dra. Nelly Rojas, ésta luego de
varios meses con el expediente determinó, el 17 de diciembre de ese mismo año,
que Lorena Márquez de Capriles se había suicidado. De manera extraña, esta
jueza que había ordenado a la Guardia Nacional levantar nuevas experticias en
el lugar de los acontecimientos, terminó desestimando el trabajo del equipo de
la GN que contradecía al que había hecho el equipo de la PTJ.
Los familiares de
Lorena apelan la decisión y el caso es subido, el 25 de marzo de 1992, al
Tribunal IV Superior Penal del Estado Lara, a cargo del Juez Jorge Rossell,
quien se limitó a confirmar el falló anterior.
El 28 de junio de 1993,
al revisar la decisión del juez Rosell, La Corte Suprema de Justicia, en la
persona del magistrado Israel Rodríguez Salazar, anuló la sentencia del caso
Lorena Márquez, por tener 24 vicios procesales, y remitió el caso al juzgado V de
Reenvío en lo Penal, a cargo del Dr. Carlos Moreno B.
Finalmente, el 22 de
julio de 1997, el mismo tribunal V de reenvío en lo Penal, pero esta vez a
cargo de la Jueza Norma Cabrera, (la misma que seis años antes había dictado
auto de detención a Adolfo Ramírez Torres, el ex gobernador del Distrito
Federal y ex viceministro de Relaciones Interiores por tráfico de drogas)
desechó la tesis del suicidio y determinó que el autor material había sido
Manasés Capriles, a quien dictó auto de detención por homicidio calificado.
En la misma decisión se
ordenó seguir investigando la presunta participación en el homicidio de dos
empleados de Manasés a los que se les detectó sangre en los zapatos en una
prueba efectuada con luminol y se acordó solicitar a la Fiscalía General de la
República abrir dos averiguaciones: una por la presunta comisión de delitos de
salvaguarda del patrimonio público debido a que constaban en el expediente una
serie de millonarias órdenes de pago a favor de Manasés Capriles por parte de
la gobernación del estado Aragua, siendo secretario de gobierno de la misma su
hermano Manuel Capriles. La segunda averiguación tenía que ver con el hecho de
que en la escena del crimen se hallaron elementos que podían demostrar la
existencia de delitos previstos en la Ley sobre Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas.
Manasés Capriles nunca
fue capturado, se cree que huyó del país en un avión privado junto con su
familia, tres días antes de que la jueza Norma Cabrera le dictara auto de
detención.
Versión de Andrés Galdo
sobre como pudo morir su hijastra
“Se puede presumir que
Lorena debió tener una discusión con Manasés el martes por la mañana y trató de
abandonar el apartamento. Se sabe que lo hizo descalza porque se descubrieron
rastros de asfalto en las plantas de sus pies. Es probable que al tratar de
llegar a su automóvil en el estacionamiento (cuyo piso es de asfalto) Manasés
la haya atrapado y en ese mismo momento le haya disparado al corazón. En un
edificio vacío, sin testigos, no era difícil para el asesino cargarla y
llevarla al apartamento. Eso podría haber ocurrido alrededor de las once de la
mañana. Manasés regresó a las seis de la tarde, insólitamente acompañado de una
secretaria, ¿Tal vez la quería de testigo? No se sabe”
Epilogo
Los insólitos sucesos
ocurridos en torno a la muerte de Lorena Márquez eran moneda corriente en la
última década del siglo pasado, en Venezuela se había tejido una corrosiva red
del delito que carcomía la conciencia nacional. No era difícil que los carteles
internacionales de la droga instalaran aquí su señorío con la propuesta de un
negocio lucrativo porque la escena estaba servida. Políticos, militares,
industriales, banqueros, funcionarios públicos y hasta gente de la farándula
soñaban con hacer fortuna fácil y rápida.
El 20 de junio de 1991
el General Peñaloza Zambrano dio una campanada de alerta, en una rueda de
prensa advirtió: “O se le para el trote a la corrupción o esto se lo lleva
quien lo trajo”. Sus palabras como las de muchos otros que llamaban a la
cordura se las llevó el viento. La gente que llevaba las riendas de la nación
parecía estar demasiada ocupada en su festín para prestar atención a los
aguafiestas.
Si se levantaba un dedo
acusador contra alguien, de inmediato se movían los bien aceitados resortes de
la solidaridad automática. Como ejemplo de lo anterior esta la declaración dada
por el entonces gobernador del estado Aragua: “Pongo las manos en el fuego por
los hermanos Capriles, yo soy su amigo y ahora no pienso dejarlos solos”. Como si
se tratara de defender a un amigo frente a los chismes del barrio, mas lo
absurdo es que esta misma actitud se repite luego en los propios compañeros de
partido del gobernador quienes ante el pedimento de algunos sectores de que se
investigaran las denuncias que surgieron en torno al presunto financiamiento de
la campaña electoral de Tablante por parte del narcotráfico, arremetieron con
descalificaciones contra los que pedían la investigación.
Más tarde el propio
Presidente de la República, bachiller Carlos Andrés Pérez también diría que él
“ponía las manos en el fuego” por Carlos Tablante. Cosas de una enmarañada red
que terminaría enredando al país en el naufragio.
FUENTE: CRÓNICAS DEL TÁNATOS Y ALGUNAS COSAS DEL EROS
No hay comentarios:
Publicar un comentario