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jueves, 10 de marzo de 2011

PARTIDO REVOLUCIONARIO

"El problema de la organización de un partido revolucionario

no puede desarrollarse orgánicamente sino a partir

de una teoría de la revolución misma."

George Lukács.

 

La reflexión sobre la construcción del Partido de la revolución tiene hoy en día una vital importancia que debemos tomar como prioritaria, por las condiciones históricas que vive Venezuela en la actualidad.

 

Desde que en la historia misma de la humanidad irrumpe la confrontación de los oprimidos y opresores, que parte de la división social del trabajo  (trabajo intelectual y trabajo físico), el mundo se encuentra inmerso en una lucha de clases. Los regímenes de dominación existentes desde la antigüedad hasta nuestros tiempos  – esclavista, feudal y burgués - han erigido su hegemonía sobre la base de un conjunto de mecanismos  a los que Gramsci definió como estructura  y superestructura en los cuales el Estado sustenta su poder.

 

Una vez que el régimen feudal se debilitó haciendo insostenible el poder hegemónico de la entonces clase dominante  - amos feudales  - sobre la clase explotada, el mundo fue testigo de cómo desde sus entrañas surgió la nueva clase dominante que logró la acumulación de fuerzas necesarias para instaurar un modo de producción basado en nuevas formas de explotación del trabajo. Marx en su obra el Capital nos dice:  "La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad feudal. Al disolverse ésta, salieron a la superficie los elementos necesarios para la formación de aquélla." Como capitalismo fue el bautizado este régimen de explotación basado en el capital, donde se rinde culto al mercado, a la plusvalía y a la máxima ganancia. Con el establecimiento de la sociedad capitalista, nació con ella un nuevo tipo de esclavo: el esclavo asalariado

 

Lo antes descrito nos permite asegurar que de todas las transformaciones existentes hasta la época, ninguna ha  librado al ser humano de la explotación del hombre por el hombre. Solo la revolución socialista, con la clase obrera como vanguardia, será capaz de librar la batalla que permita la instauración de la dictadura del proletariado y por consiguiente nos conducirá a la construcción del trabajo liberador como paso previo del

establecimiento de la sociedad sin clases.

 

Si bien, la clase proletaria es la llamada a liberarse de la opresión sufrida a manos de la dominación burguesa, para lograr esa gran tarea es imprescindible rebelarse y deshacer el control hegemónico del Estado. Estructurando una vanguardia político-ideológica que sea capaz de desarrollar un colectivo orgánico que prefigure en su seno la sociedad que queremos; donde la democracia representativa dé paso a la democracia participativa,  protagónica y proactiva, nos referimos al Partido Revolucionario. Según Gramsci  "el partido político de la clase obrera se justifica en su existencia sólo en cuanto que, concentrado y coordinado fuertemente la acción proletaria, opone un poder revolucionario de hecho al poder legal del Estado burgués y limita la libertad de iniciativa y de maniobra de este último; si el partido se revela como un mero organismo burocrático, sin alma y sin voluntad la clase obrera instintivamente tiende a constituirse en otro partido y se desplaza hacia las tendencias anarquistas que precisamente y ásperamente critican el centralismo y el funcionalismo de los partidos políticos"

 

Desde nuestra visión concebimos al Partido Revolucionario como ente organizador, orientador, comunicador para el desarrollo de las luchas clasista revolucionaria, enfocado en el colectivo orgánico contralor. Asimismo, el Partido debe prefigurar en lo interno la sociedad que busca construir, con ejemplos claros de sus integrantes en la sociedad socialista y en el marco de una transformación ética – intelectual genuina; superando así la esencia de los partidos tradicionales de la democracia representativa. Los que adornados en Venezuela  bajo el manto del pacto de Punto  Fijo figuraban  en su dinámica un papel coyuntural, electorero, caracterizado por el secuestro de la participación proactiva, la imposición de órdenes y pactos de cogollo, estructurado en el clientelismo, sesgado en las decisiones y con compromisos elitistas. En fin, los partidos de la contrarrevolución imponen designios y sustituyen las fuerzas de participación de las luchas del pueblo.

 

Es deber de los revolucionarios  construir  una sociedad más justa, donde  en el marco del respeto se propicie la participación del pueblo, la repartición equitativa de las riquezas, equidad en la administración de justicia y un sistema donde se cree las condiciones para desmontar la explotación del hombre por el hombre, como paso previo a la sociedad sin clases.

 

Solo las formas de organización revolucionaria son capaces de estimular un amplio debate de base que impulse al proletario a un combate direccionado en la búsqueda de un destino mejor, donde se vinculen las consideraciones estratégicas con la vida cotidiana.

 

Para que el partido sea un verdadero  intelectual  colectivo,  es imprescindible que todos sus hombres y mujeres trabajen en armonía y con amplia democracia interna, donde el pensamiento creador, la iniciativa revolucionaria, la aplicación de las decisiones del partido, el reforzamiento del trabajo colectivo de todos los dirigentes, la celebración de las reuniones del Comité Central y  del Congreso del partido,  sirvan para construir  desde la base las decisiones fundamentales.

 

El partido revolucionario nacerá de la fusión de las tendencias proletarias y se empleará en una lucha intransigente en el plano internacional contra el revisionismo del socialismo real, el euro comunismo, las políticas social demócratas y demás teorías reaccionarias y en el plano nacional contra  todas las corrientes del revisionismo y sus variantes.

 

En el marco de las luchas revolucionarias, el  Partido Revolucionario es la fusión más que en palabras, de hechos, de las diversas tendencias proletarias. Entendiéndose que el carácter proletario del partido, se define en primer lugar  y  por encima de todo, por la ideología que lo guía y por la política que sigue, por tanto debe responder a los intereses radicales del proletariado; así lo señala Lenin: "El partido… debe ser proletario no solo por su ideología, sino por la composición de sus filas."

 

Concebimos el Partido, no solo como un intelectual colectivo abstracto; sino como una estructura sustentada en la controlaría orgánica colectiva, bajo los parámetros del centralismo democrático, con niveles de vocerías en las Direcciones operativas de Trabajo nacional,  estadal,  municipal y comunal; caracterizado por ser un ente de planificación compartida, participativa en las decisiones generadas a través de consultas orgánicas, un impulsor del socialismo revolucionario para superar la concepción divisionista del trabajo como camino para romper los obstáculos producidos por el capitalismo. Es en sí, un generador de la cultura de participación y gestión asamblearia en los espacios públicos, todo esto como mecanismos para superar el individualismo, la competencia, el secuestro del saber, la intolerancia, opresión y discriminación por género.

 

Es por esta razón que la constitución del  Partido Revolucionario se centra como vanguardia de los explotados en el estudio permanente, en la cohesión  de acción  y  en la disciplina.  La intelectualidad orgánica antes referida debe basar su plan de acción en el análisis permanente de la coyuntura y desarrollar desde allí la consciencia científica dialéctica. Es decir, interpretar para transformar.

 

El Partido Revolucionario enfoca su estructura en colectivos intelectuales, como es, el  estado mayor intelectual  conformado por los  militantes de base y  basado en el Centralismo Democrático.

 

Una de las tareas primordiales  de los revolucionarios  es  mantener una vigilancia férrea en cuanto a la aplicación de la línea emanada por el partido, así como el arraigamiento del método del debate, de la crítica y auto critica, eliminando así la peligrosa práctica del culto a la personalidad, el cual conduce al menoscabo del papel del partido. Como voz consciente, debe impulsar la conformación del poder dual por medio de las instancias autónomas de clase y acompañar las luchas populares hacia la consecución del tal fin.

 

La historia nos enseña que emplear métodos de organización socialista conciliándolos con el poder burgués y sus mecanismos de dominación, nos lleva a un fracaso rotundo y al reformismo desmovilizador de sus luchas.

 

Para finalizar, queremos  expresar que la experiencia ha demostrado que el trabajo político del proletariado es eficaz y fructífero cuando es acompañado de la acción revolucionaria en la amplia extensión de la palabra.

 

No podemos ser revolucionarios de palabrería, no podemos separar la palabra de los hechos, es esto lo que nos diferencia de los renegados. En resumen: El partido debe ser un espacio de encuentro de las Tendencias Unificadas Para Alcanzar el Movimiento de Acción Revolucionaria Organizada.


Propuestas del

MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO TUPAMARO 

sobre la unidad en el Polo Patriótico.

Documentos para el debate

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