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viernes, 14 de junio de 2013

CRIMEN EN EL DIARIO "EL SIGLO"

Introito

En la Venezuela de 1991 la moral y la ética se habían ido por el alcantarillado, el cáncer de la corrupción había hecho metástasis en el cuerpo social del país. Altos ex funcionarios del gobierno estaban sometidos a investigaciones en los tribunales y la ciudadanía miraba asqueada como la justicia tenía brazos cortos para unos y demasiado largos para otros. En lo particular recuerdo un caso indignante y doloroso: un anciano de 72 años, acicateado por el hambre, entró a un supermercado e intentó hurtar un kilo de harina de maíz precocida y algunas latas de sardina; al ser descubierto fue entregado a la policía y en un proceso sumario fue condenado a 3 años de prisión.

El juez que llevó aquella causa no tuvo en cuenta ningún atenuante; ni la edad del anciano, ni el hecho de que era la primera vez que cometía un delito, ni las circunstancias que lo llevaron a intentar el hurto; simplemente se limitó a aplicar el axioma Dura lex sed lex , muy oportuno para el que robaba por hambre pero impensable para los ladrones de cuello blanco.
Afortunadamente, dentro de la apolillada estructura nacional aún quedaba madera buena y de vez en cuando los venezolanos teníamos la satisfacción de ver aplicada la justicia.

El 26 de junio de 1991 la jueza Norma Cabrera dictaba auto de detención en contra de Adolfo Ramírez Torres, ex gobernador del Distrito Federal y ex viceministro de Relaciones Interiores por estar incurso en tráfico de drogas; en este sonado caso fueron investigados y procesados dirigentes políticos, algunos empresarios y gente vinculada a la farándula nacional. Y es que desde hacía por lo menos una década los carteles internacionales de la droga habían logrado alcanzar con sus diabólicos tentáculos algunas regiones de nuestro país. Ya para 1981 el dirigente político Carlos Tablante había denunciado que en el estado Aragua estaba en pleno funcionamiento uno de estos carteles con total impunidad.

El día de la muerte

 La tarde-noche del 18 de junio de 1991, el investigador de la Policía Técnica Judicial (PTJ) Víctor Amram recibió una llamada telefónica de Manuel Capriles, Secretario General de Gobierno del estado Aragua para informarle que su cuñada Lorena Márquez de Capriles había sido hallada muerta en la habitación de servicio de su residencia.

Víctor Amram, hombre de frente amplia, nariz aguileña, barba de patriarca semita y ojos inquisitivos se encontraba por aquellos días organizando la décima región de la PTJ que había sido creada por orden del director general de ese cuerpo, Sr. Mauro Yánez Pasarella a petición del Gobernador del estado, Carlos Tablante.

Minutos más tarde Amram se encontraba en la puerta del edificio Theo, ubicado en la calle Santiago Mariño de la urbanización Calicanto, subió al primer piso y se dirigió al apartamento de la pareja Capriles-Márquez. Según la versión dada vía telefónica por el Secretario General de Gobierno, el cuerpo de Lorena fue hallado a las seis de la tarde por su esposo, el empresario y editor del diario El Siglo, Manasés Capriles y una secretaria de éste.

En el apartamento, Víctor Amram encontró ya trabajando a Gladys Romero jefa de la Delegación Aragua de la PTJ; lo que vio al entrar en la habitación donde yacía el cadáver no gustó nada al veterano investigador. La escena presentaba muchos elementos confusos; la primera irregularidad que notó fue que gente cercana a los hermanos Capriles había llegado mucho antes que las propias autoridades. Se acercó a ver el cuerpo que estaba sobre la cama en posición cubito ventral; tenía un herida en el pecho producida por un revolver calibre .38 con trayectoria descendente. La chica estaba descalza y vestía una bata y shorts, los técnicos estimaban que el deceso había ocurrido en horas del mediodía.

Las personas que andaban libremente por la habitación y las otras estancias del apartamento especulaban sobre la posibilidad de un atraco, Amram decidió en ese momento colocar un cerco en torno al cuerpo para evitar que los familiares y amigos siguieran contaminando la escena. Extrañamente esta decisión fue duramente protestada por los miembros de la familia Capriles. Ante esto, Víctor Amram decidió llamar a Caracas para solicitar refuerzo técnico, la idea del detective era tratar de obtener, dentro de lo que se pudiera, un impecable levantamiento topográfico y planimétrico y que se efectuaran pruebas de luminol a todo sospechoso y por todo el lugar para determinar si había rastros de sangre y si alguien había tratado de borrarlos.
Mientras eso ocurría arriba, en la planta baja tenía lugar un lamentable suceso; la señora Nancy Lovera de Galdo, madre de Lorena y a quien habían avisado de la muerte de su hija unas horas antes, trataba de ingresar al edificio; pero el señor Manuel Capriles y un nutrido grupo de uniformados armados con metralletas le prohibían la entrada. Ante la natural insistencia de la señora por ver a su hija, los hombres le exigieron que se retirara del lugar.
Al rato llegó al sitio el jefe de la División contra Homicidios, comisario Alexis Bolívar con un grupo de expertos en criminalística, que se incorporó al trabajo técnico hecho por el equipo de Gladys Romero. En los alrededores la situación era tensa por la disputa que escenificaban los Capriles y la familia de Lorena Márquez. Los primeros alegaban que la chica se había suicidado y los segundos que se trataba de un homicidio perpetrado por el propio esposo de la víctima. La pelea que comenzaba esa noche continuaría en los tribunales del país por 6 años más.

La maquinaria de poder

 A las 8 de la mañana del 19 de junio, Víctor Amram recibió la orden expresa y terminante de retirarse del caso, al preguntar el motivo solo le dijeron que eran órdenes superiores que no se discutían. Atónito, Amram decidió viajar a Caracas al siguiente día para enterarse por boca del propio director encargado Orlando Jordán Petit de las causas que motivaban aquella extraña decisión.
Jordán Petit, quien por aquellos días suplía en el cargo a Mauro Yánez Pasarella, le reveló que la medida se tomó a petición de los Capriles y de la propia familia de la occisa. Al parecer ni unos ni otros lo querían en la investigación; planteadas así las cosas Amram se apartó del caso. Quedaban a cargo del mismo el comisario Alexis Bolívar y la jefa de la Delegación Aragua Gladys Romero. Dos días después, Gladys Romero y su equipo también fueron apartados de las pesquisas.

Un extraño suicidio

Desde el primer momento la familia Capriles se decantó por la versión del suicidio; para sustentar la misma esgrimían una carta que Lorena había escrito días antes de su muerte y que revelaba que la chica atravesaba por un cuadro depresivo. Por su parte tanto la madre como el padrastro de la muchacha, el publicista Andrés Galdo denunciaban que se trataba de un homicidio ejecutado por el esposo de la víctima; en su caso se dedicaron a revelar una cadena de hechos irregulares sucedidos en el hogar de los Capriles-Márquez desde hacía algunos meses.

Andrés Galdo, quien regularmente publicaba en varios periódicos del país una columna llamada “Laberinto” bajo el seudónimo de Mauro Gamus arrancó una campaña en la misma con el objetivo de desenmascarar al editor del diario El Siglo, Manasés Capriles por su presunta vinculación con un brazo del cártel de Medellín que operaba en el estado Aragua.

Según Galdo, Lorena quien llevaba poco tiempo de casada con Manasés, había llamado a su madre unos meses antes para informarle que estaba preocupada pues había descubierto que su esposo traficaba con drogas. En una ocasión se topó con una maleta repleta de dinero y al preguntarle al empresario, éste le confesó en tono de alarde que solo esa semana se había ganado medio millón de dólares. Los días siguientes Lorena vio bolsas con cocaína y extraños movimientos en el edificio, que a la sazón pertenecía a la familia Capriles y estaba prácticamente vacío. Su esposo salía de madrugada y regresaba con maletas. La actitud de su esposo era siempre misteriosa y en varias oportunidades la muchacha comunicó a su madre que las conversaciones de Manasés con sus hermanos Tulio y Manuel casi siempre giraban en torno a movimiento de drogas y operaciones con grandes sumas de dinero.

Para colmo de males, la chica descubrió que su esposo además consumía y en una ocasión trató de obligarla a hacerlo ella también; al ver que Lorena amenazaba con dejarlo, el hombre fingió estar arrepentido y le prometió que más nunca lo haría y que dejaría el tráfico de cocaína; pero al poco tiempo la escena se repetía, al final Manasés decidió asumir una actitud desafiante ante su esposa. ¡Si dices algo te corto la lengua! amenazó.


La relación marital fue empeorando y las discusiones se hicieron más frecuentes, Lorena llamó a su madre para decirle que no aguantaba más y ésta le pidió que abandonara a Manasés. Semanas antes de la muerte, las tres domesticas y el chofer que trabajaban para Lorena fueron despedidos; esto se hizo según Andrés Galdo porque Manasés Capriles entendió que su esposa se había convertido en una amenaza y decidió liquidarla, para lo cual necesitaba deshacerse de posibles testigos.


El merengue de la PTJ: un pasito para alante, un pasito para atrás.

 El 19 de junio de 1991, el comisario Alexis Bolívar jefe de la División contra Homicidios informó a la prensa que una comisión especial se había trasladado a la ciudad de Maracay para detener a Manasés Capriles como único sospechoso en el presumible homicidio de Lorena Márquez. Según el detective se descartaba la participación de otros sospechosos, porque el levantamiento de huellas y el estudio científico del escenario permitían concluir que nadie más había estado en esa habitación en el momento del supuesto asesinato. Alexis Bolívar concluyó con la siguiente frase: “Estamos en presencia de un homicidio”.

Ese mismo día la señora Nancy Lovera, denunció que un cerco policial impedía el acceso de los familiares a la morgue de Maracay, no se permitió siquiera la entrada de un médico forense que laboraba allí y que era pariente de la víctima. La madre de la muchacha acusó además al gobernador Carlos Tablante de proteger al presunto asesino debido a que él y los Capriles tenían estrechas relaciones fundadas en intereses políticos y económicos. Según dijo, el grupo familiar de los Capriles financió la campaña electoral de Tablante y como producto del pacto, Manuel Capriles fue designado como secretario de gobierno. Unos días después Carlos Tablante declararía a la prensa que él ponía las manos en el fuego por los hermanos Capriles.

Todas estas denuncias fueron luego consignadas ante la Fiscalía General de la República, órgano que designó a dos fiscales especiales para la investigación.
Al día siguiente, Alexis Bolívar apareció de nuevo ante la prensa pero esta vez para decir que se estaba en presencia de un posible suicidio, ante la extrañeza de los reporteros, el comisario trató de justificarse diciendo que sus palabras del día anterior habían sido tergiversadas por la prensa.

Lo malo era que lo dicho por él estaba grabado en audio y video. Y lo malo era que además existían una serie de elementos que contradecían la versión del suicidio:
Primero, la posición en la que fue encontrado el cuerpo de la chica y la trayectoria descendente de la bala hacían totalmente inviable la versión del suicidio. Si Lorena se hubiera disparado a si misma, la bala debía seguir una trayectoria ascendente.
Segundo, la ropa que tenía puesta la muchacha estaba muy limpia. Y a pesar de que el cuerpo de Lorena presentaba orificio de entrada en el pecho y de salida en la espalda, la bata que tenía puesta estaba intacta; no tenía ninguna perforación.
Tercero, se detectó que la marca de pólvora en el cuerpo estaba sin percutar y fue colocada artificiosamente
Cuarto, la experticia hecha a Manasés Capriles demostró que había accionado un arma, y la misma prueba practicada al cadáver dejo ver que Lorena no había efectuado ningún disparo.
Quinto, las plantas de los pies de Lorena Márquez presentaban una película aceitosa de asfalto, misma que al ser analizada resultó ser la misma del estacionamiento. Esto hacía sospechar que la muerte había ocurrido en el estacionamiento y no en la habitación
Sexto, los bomberos que acudieron inicialmente se percataron de que el revolver con el que supuestamente se había suicidado la muchacha estaba metido en una funda y esta no presentaba ningún orificio. ¿Cómo podía Lorena devolver el revolver a la funda luego de efectuarse un disparo al corazón?
Séptimo, en pruebas con luminol efectuadas posteriormente por un equipo de la Guardia Nacional se detectó que habían manchas de sangre fuera del apartamento y en el baño, esto reforzaba la tesis de que la chica fue asesinada afuera y trasladada luego al cuarto de servicio.

El 21 de junio de 1991 El Buró Antidrogas de la PTJ inició una investigación con relación a un presunto cártel de Maracay, debido a las múltiples denuncias realizadas por la familia de Lorena. Cuatro días después el director de la PTJ confirmaba la tesis del suicidio, ese mismo día Manasés es entregado a las órdenes del tribunal IV de Aragua, a cargo del juez José Manuel Sué Machado, quien declaró no entender por qué se le remitía un detenido por caso de suicidio y en base al expediente que concluía categóricamente que Lorena se suicidó decidió ponerlo en libertad; pero prohibiéndole la salida del país.

El 27 de junio, Andrés Galdo, padrastro de la victima solicitó que el juicio se radicara en otro estado, argumentado que en Aragua no existían las condiciones de imparcialidad; en la misma jornada el Congreso de la República creó una comisión especial para que realizara investigaciones en torno al caso. 4 meses después, el informe final de aquella comisión concluía que Lorena Márquez había sido asesinada.

El 16 de julio de 1991 la Corte Suprema de Justicia decidió radicar el caso de Lorena Márquez en el juzgado IV penal del Estado Lara, a cargo de la Dra. Nelly Rojas, ésta luego de varios meses con el expediente determinó, el 17 de diciembre de ese mismo año, que Lorena Márquez de Capriles se había suicidado. De manera extraña, esta jueza que había ordenado a la Guardia Nacional levantar nuevas experticias en el lugar de los acontecimientos, terminó desestimando el trabajo del equipo de la GN que contradecía al que había hecho el equipo de la PTJ.

Los familiares de Lorena apelan la decisión y el caso es subido, el 25 de marzo de 1992, al Tribunal IV Superior Penal del Estado Lara, a cargo del Juez Jorge Rossell, quien se limitó a confirmar el falló anterior.




El 28 de junio de 1993, al revisar la decisión del juez Rosell, La Corte Suprema de Justicia, en la persona del magistrado Israel Rodríguez Salazar, anuló la sentencia del caso Lorena Márquez, por tener 24 vicios procesales, y remitió el caso al juzgado V de Reenvío en lo Penal, a cargo del Dr. Carlos Moreno B.

Finalmente, el 22 de julio de 1997, el mismo tribunal V de reenvío en lo Penal, pero esta vez a cargo de la Jueza Norma Cabrera, (la misma que seis años antes había dictado auto de detención a Adolfo Ramírez Torres, el ex gobernador del Distrito Federal y ex viceministro de Relaciones Interiores por tráfico de drogas) desechó la tesis del suicidio y determinó que el autor material había sido Manasés Capriles, a quien dictó auto de detención por homicidio calificado.

En la misma decisión se ordenó seguir investigando la presunta participación en el homicidio de dos empleados de Manasés a los que se les detectó sangre en los zapatos en una prueba efectuada con luminol y se acordó solicitar a la Fiscalía General de la República abrir dos averiguaciones: una por la presunta comisión de delitos de salvaguarda del patrimonio público debido a que constaban en el expediente una serie de millonarias órdenes de pago a favor de Manasés Capriles por parte de la gobernación del estado Aragua, siendo secretario de gobierno de la misma su hermano Manuel Capriles. La segunda averiguación tenía que ver con el hecho de que en la escena del crimen se hallaron elementos que podían demostrar la existencia de delitos previstos en la Ley sobre Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas.

Manasés Capriles nunca fue capturado, se cree que huyó del país en un avión privado junto con su familia, tres días antes de que la jueza Norma Cabrera le dictara auto de detención.

Versión de Andrés Galdo sobre como pudo morir su hijastra

“Se puede presumir que Lorena debió tener una discusión con Manasés el martes por la mañana y trató de abandonar el apartamento. Se sabe que lo hizo descalza porque se descubrieron rastros de asfalto en las plantas de sus pies. Es probable que al tratar de llegar a su automóvil en el estacionamiento (cuyo piso es de asfalto) Manasés la haya atrapado y en ese mismo momento le haya disparado al corazón. En un edificio vacío, sin testigos, no era difícil para el asesino cargarla y llevarla al apartamento. Eso podría haber ocurrido alrededor de las once de la mañana. Manasés regresó a las seis de la tarde, insólitamente acompañado de una secretaria, ¿Tal vez la quería de testigo? No se sabe”



Epilogo

Los insólitos sucesos ocurridos en torno a la muerte de Lorena Márquez eran moneda corriente en la última década del siglo pasado, en Venezuela se había tejido una corrosiva red del delito que carcomía la conciencia nacional. No era difícil que los carteles internacionales de la droga instalaran aquí su señorío con la propuesta de un negocio lucrativo porque la escena estaba servida. Políticos, militares, industriales, banqueros, funcionarios públicos y hasta gente de la farándula soñaban con hacer fortuna fácil y rápida.

El 20 de junio de 1991 el General Peñaloza Zambrano dio una campanada de alerta, en una rueda de prensa advirtió: “O se le para el trote a la corrupción o esto se lo lleva quien lo trajo”. Sus palabras como las de muchos otros que llamaban a la cordura se las llevó el viento. La gente que llevaba las riendas de la nación parecía estar demasiada ocupada en su festín para prestar atención a los aguafiestas.

Si se levantaba un dedo acusador contra alguien, de inmediato se movían los bien aceitados resortes de la solidaridad automática. Como ejemplo de lo anterior esta la declaración dada por el entonces gobernador del estado Aragua: “Pongo las manos en el fuego por los hermanos Capriles, yo soy su amigo y ahora no pienso dejarlos solos”. Como si se tratara de defender a un amigo frente a los chismes del barrio, mas lo absurdo es que esta misma actitud se repite luego en los propios compañeros de partido del gobernador quienes ante el pedimento de algunos sectores de que se investigaran las denuncias que surgieron en torno al presunto financiamiento de la campaña electoral de Tablante por parte del narcotráfico, arremetieron con descalificaciones contra los que pedían la investigación.



Más tarde el propio Presidente de la República, bachiller Carlos Andrés Pérez también diría que él “ponía las manos en el fuego” por Carlos Tablante. Cosas de una enmarañada red que terminaría enredando al país en el naufragio.

FUENTE: CRÓNICAS DEL TÁNATOS Y ALGUNAS COSAS DEL EROS

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