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domingo, 14 de julio de 2013

¿CUÁLES SON NUESTRAS DIFERENCIAS CON LA ALIANZA PATRIÓTICA?

En nosotros ha estado presente la necesidad de un programa de gobierno que asegure autonomía de decisión en los espacios organizados del poder popular, el gran debate con el anterior Polo Patriótico (hoy Alianza Patriótica), ha sido el de la necesidad de construir el poder dual que permitan a las fuerzas revolucionarias asumir dediciones en los espacios de poder, de cambios excluyentes de hombres y mujeres,  incorporando además en el debate, el tema de la propiedad colectiva, del burocratismo, la desmovilización de la desmovilización de las fuerzas revolucionarias, etc..

Expresamos la necesidad de profundizar, de manera colectiva, el programa de educación (a pesar de los grandes esfuerzos y logros alcanzados, hay que modificar las axiologías que lo subtienden), y  romper con los valores dominantes, reproductores del valor-trabajo. Manifestamos que no vale la pena construir escuelas, misiones educativas, proyectos de transformación y universidades mientras no apliquemos políticas liberadoras y revolucionarias en la educación, es decir, la creación de un factor subjetivo revolucionario, un colectivo social para depurarla.

Observamos como buena parte del movimiento estudiantil y profesoral se ha convertido en el principal agente de la oposición, mientras desde el gobierno se siguen subsidiando escuelas católicas y universidades privadas y el resto de la población (base y sostén del proceso) están siendo educadas  dentro del estilo american way of life, desmotivando ideológicamente a los colectivos, implantando  la cultura del egoísmo, la codicia, el consumo y "la falsa ilusión" televisiva, para generar confusión en el pueblo.

No nos queda remedio que expresarlo, a casi una década de la llegada del proceso revolucionario al poder "…muchos'revolucionarios' (venezolanos), aunque pretenden ser 'antiimperialistas', aún siguen fascinados por el capitalismo." 

Hemos criticado las vacilaciones y poca confianza en la acumulación de fuerzas propias y el cercamiento del desarrollo de las movilizaciones de los colectivos; también hemos estado en contra del burocratismo del extinto MVR y sus cuadros, que creemos desvinculados del accionar praxico diario de las masas y por lo tanto del entendimiento con "partidos revolucionarios", reproductores del poder constituido. El programar alianzas con la pequeña burguesía no garantiza ni favorece al proceso revolucionario. De ello algo que ya ha sido mencionado reiteradamente: Chavismo sin Chávez.

Pese a los esfuerzos realizados, seguimos reproduciendo en nuestro país el modelo económico instaurado por los gobiernos adecos, copeyanos, a saber, el Libre mercado, la acumulación de capital, la producción neoliberal antihumana, la concentración de riquezas en pequeños grupos económicos, el mal manejo de la cosa pública, etc. 

Nuestra organización es catalogada por un sector del proceso revolucionario como radical, por no propugnar el liberalismo y, por el contrario,  mantener posiciones acordes con la ética revolucionaria. A esto responderemos, manifestando que una radicalización de la revolución significaría un obstáculo para la política golpista desde sus propias raíces.

Sería asumir una posición de la clase para "…desalojar esa boliburguesía a la que le bastó un lustro para apropiarse de amplísimos espacios de riqueza y ostentación, y que ganó la reprobación popular."  Construyamos una generación de cuadros que no sólo asuma compromisos políticos, éticos, morales, que deje atrás la pasividad, el autoritarismo. Emprendamos el camino de la conciencia emancipadora.  Mientras en Venezuela avalemos y reproduzcamos los valores capitalistas del mercado, "siempre y eternamente fomentaremos la explotación económica, generaremos dominación política, produciremos discriminación social y racismo, organizaremos el genocidio militar y fomentaremos la alienación humana universal." 

Nos encontramos ante una situación compleja, por un lado, tenemos una derecha que actúa con la orientación de los centros hegemónicos de poder internacional y, por el otro, un sector llamado de "izquierda", que denominaremos "neoliberal", que intenta establecer concertaciones, alianzas electorales y negociaciones en pos de candidaturas, que desorganiza y desmoviliza a los sectores críticos que se hallan en permanente lucha para desbancar a las tendencias proclives a la coexistencia indefinida con el capitalismo, o, mejor dicho, con la economía de mercado y a permanecer en la democracia representativa habitual.

Si nuestros "dirigentes" izquierdistas, socialistas por miedo a la derecha y al imperialismo, no comprenden que la revolución bolivariana como otros procesos progresistas de  América Latina,  está atravesada en todos los planos: el gobierno, dirigentes, militancia, cuadros y colectivo en general,  por el accionar de la lucha de clases,  se harán cómplices de los sectores empresariales y conservadores.

En la actualidad dos concepciones coexisten dentro de la construcción política y social del mismo chavismo. Por un lado la que sostienen los empresarios, la iglesia católica, la burguesía emergente y los políticos de derecha, mantenida durante siglos, que consiste en la reproducción de la ideología de dominación. La expresión lingüística de esta concepción ideológica, la tenemos en fases como: "así tiene que ser", "si no hubieran ricos los pobres no tendrían trabajo", o "son pobres por ser flojos y borrachos", para calificar a aborígenes, campesinos y obreros.

Esa ideología de dominación, representada por banqueros, financistas, burguesía emergente e industrial, prósperos creadores de riquezas y empleos, difunde que la delincuencia está entre las familias de los más pobres. Este es un mensaje diario que los medios de comunicación se encargan de hacer asimilar a esos mismos pobres y a los posibles propulsores del fin de la relación amo/esclavo así como también a los partidarios de la democracia protagónica, decisoria, revolucionaria, que pertenecen a la otra concepción dentro de nuestra sociedad.

Sería necesario acabar con la irresponsabilidad política que consiste en fortalecerse haciendo alianzas con sectores nada favorables para cohesionar las fuerzas de la mayoritarias del pueblo. 

Es imprescindible retomar nuestra conducta revolucionaria, conquistar la mayoría del pueblo, construyendo el poder dual, participando en la organización de los poderes locales y no en alianzas con politiqueros profesionales, que no representan a nadie, secuestradores de la participación autónoma del colectivo y que están ubicados estratégicamente en los puestos de mando de la revolución, que se expresan a través de discursos revolucionarios, pero en la práctica, repudian a los hombres y a las mujeres del pueblo, atacan las iniciativas del gobierno, se oponen a la ejecución de leyes que favorezcan a los trabajadores, y con su conducta burocrática, en vez de contribuir a aumentar el ímpetu organizativo popular, lo debilitan con una actitud completamente plegada a la ideología burguesa.

Para cambiar la correlación de fuerzas existente, haría falta fortalecer la alianza con todos los sectores afines al proceso revolucionario: con los obreros y campesinos, con los sectores desposeídos de la pequeña burguesía no propietaria, con la pequeña y mediana burguesía. Para que estas alianzas tengan contenido revolucionario, deben dirigirla los trabajadores explotados, lo que significaría la profundización en la lucha de clases, y la conducción autónoma sobre la base de las experiencias concretas, sin la aceptación de imposiciones provenientes de los aparatos cercenadores de la participación, de las líneas programadas desde el status del poder, de las procedentes de los escaños parlamentarios, tanto nacionales como regionales, de las propuestas desmovilizadoras de las masas, de aquellas que tratan de imponer un ritmo tipo Podemos, general Baduel, o tal vez  las compras de conciencia, tan peligrosa como la reaccionarias.

COLECTIVO TUPAMARO
LIBRO: PROGRAMA DE GOBIERNO
31 de Agosto de 2009

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